miércoles, 14 de abril de 2010

SUICIDIO COLECTIVO

A la tumba de un corazón
reduje éste cuerpo innecesario
que aprendió a abortar bajo la pìel
el eterno gemido de los huesos.
A sus pasos se enredaban la cautela,
los temores acunados en secreto
y una sombra que rehusaba a acompañarle,
y un pesado lastre de cansancio.
En su memoria asediada ya de olvidos
habitaba un dolor fantasma
de miembro amputado.
Quise desnacerle, pero no supe.
Parece ser que pocos lo lograron.
Pues vivir una excepción quedaba lejos,
le lancé un pensamiento suicida
que descarnó su sonrisa diente a diente.
Nadie fue culpable.
Sólo yo lo hice.
Me dio motivos suficientes.

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